Estas mismas décadas que podemos señalar desde los setenta hasta hoy, se vieron marcadas además por novedades trascendentales que borraron totalmente las modalidades de compra anteriores: podemos mencionar por ejemplo el nacimiento del código de barras y la aparición de las tarjetas de crédito.

El código de barras y las tarjetas de crédito,  dos herramientas que hoy parecen lo más natural del mundo fueron para el consumidor un cambio cultural que modificó y fortaleció su conducta frente a cada movimiento nacional.

Hoy a 35 años de la primera lectura del código de barras estándar de un paquete de chicles Wringley’s en Estados Unidos, podemos decir que no nos imaginamos una línea de cajas sin la ayuda de un lector óptico que registre la mercadería y haga más ágil y precisa la tarea final de los puntos de ventas.

Los aportes de la comunicación

Evidentemente la tecnología no dejó sector sin renovar ni herramienta sin mejorar. De la máquina de escribir y de las máquinas de contabilidad se


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

pasó en muy poco tiempo a los más rápidos y complejos  sistemas de computación. De la televisión en blanco y negro se pasó al color, y de los canales de aire se pasó a los canales de cable y con ellos a los canales internacionales que nos transmiten en simultáneo sus programas sin límite de distancias. Del teléfono fijo a un rincón de la casa o la oficina se pasó al inalámbrico y al celular permitiendo que la comunicación se establezca aún en los túneles de los trenes subterráneos o a miles de metros de altura en un vuelo transatlántico.

Cada uno de estos cambios abrió puertas y fronteras y modificó la calidad de vida de todos los habitantes del país. Del mismo modo se modificaron las costumbres y en consecuencia los hábitos de consumo y de compras. Y así, cada momento político y económico se encaró de forma diferente, con más participación y respuesta por parte de la gente, con más argumentos y herramientas aptas para la defensa.


La defensa del consumidor se consumó como un hecho porque la información no tiene más barreras que puedan contenerla, y porque un consumidor informado es un consumidor armado y dispuesto a luchar por sus derechos y necesidades.