En ocasiones especiales, las señoras abrían las cajas de té, y era entonces cuando se agasajaba a los más importantes invitados. Del mismo modo que en Japón, la porcelana utilizada para el servicio era marco y símbolo de la jerarquía de la familia.

En Argentina, el té es hoy una bebida que tiene gran difusión y que ha alcanzado una variedad de producción verdaderamente importante. Y también aquí, y gracias a las corrientes inmigratorias provenientes de distintos países del mundo, existe la costumbre de celebrar una pequeña ceremonia alrededor de una taza de té.

En el sur de nuestro país por ejemplo, en la provincia de Chubut, existen dos ciudades habitadas por colonias galesas, Gaimán y Trevelin, que se caracterizan por las casas de té que atienden grupos de mujeres descendientes de padres o abuelos galeses. Estas casas de té tienen un carácter totalmente familiar, y en ellas el té se sirve con panes y dulces caseros, y con una gran variedad de tortas que también se elaboran en forma artesanal. La vajilla caracteriza a cada casa, así como también la mantelería y la decoración del lugar.

En Buenos Aires, las distintas agrupaciones de inmigrantes se confunden con los porteños así como también sus costumbres, y es por eso que no faltan las reuniones en casas de familia o en bares y confiterías alrededor de una taza de té. Hoy en el menú de muchos lugares hay una página dedicada al llamado “té completo” o “ té de las 5” que se sirve a media tarde, acompañado de panes, scons, tortas y dulces, al mejor estilo galés.  

 

TIPOS DE TE

La planta de té puede decirse que es de una sola variedad en todo el mundo, y de ella a través de diferentes procesos de elaboración se obtiene lo que conocemos como té negro, té verde, té blanco, té rojo, té aromatizado, etc.

El té negro por ejemplo, incluye cuatro pasos de tratamiento: el marchitamiento, el enrollado, la fermentación y el secado. Durante el marchitamiento las hojas recién cosechadas se dejan secar durante unas ocho horas hasta que se vuelven blandas y pierden parte de su humedad, porque sólo así se puede pasar al enrollado. En esta segunda etapa las hojas se frotan para que suelten los jugos y encimas, y estén listas para la etapa siguiente. El enrollado dura aproximadamente unas tres horas. El tercer paso es la fermentación. Este proceso se realiza en base al manejo de diferentes temperaturas que van produciendo el color característico de esta variedad, y también su aroma. La fermentación es muy importante porque debe detenerse en el momento justo para poder dar lugar al proceso de secado. En el secado, la última etapa a que se somete el té negro, las hojas se ventilan con aire seco para que pierdan totalmente la humedad, y puedan dar lugar a la selección que determinará si el producto se va a utilizar para elaborar té en saquitos o en hebras.

El té negro que hoy en día es el de mayor consumo en todo el mundo, se produce principalmente en China, Ceilán e India, y es el que contiene un mayor índice de teína.

El té verde a diferencia del té negro, no pasa por el proceso de fermentado. Las hojas tienen un proceso de secado que no modifica sus propiedades químicas originales y le permiten conservar su color verde claro y su aroma a hierbas. El té verde es hoy de gran aceptación en el mercado por las propiedades que brindan los antioxidantes que contiene si bien en Oriente es donde más se consume desde hace miles de años. En particular China, es el primer productor y consumidor mundial.

 
 
 


Para descargar el Boletín número 63 completo, podrá hacerlo en formato PDF
desde el siguiente hipervínculo: BOLETIN 63