década del ’30 que España, nuestro principal proveedor, afectara la importación y que en consecuencia el Gobierno Nacional tomara la iniciativa de incentivar y promover nuestra propia producción. En 1965 nuestras provincias cordilleranas de la zona central alcanzaron cifras promedio de cinco millones de plantas de olivo con casi un 50% de la Variedad Arauco; en particular San Juan, para 1988 no contaba más que con 4 mil hectáreas cultivadas con olivos y hoy ya esa cifra ascendió a 16 mil.


EL DESARROLLO DE LA PRODUCCIÓN

Las miles de hectáreas dedicadas en nuestro país a la producción olivícola tienen que ver con las bondades de nuestro suelo y nuestro clima a lo que se sumó la dedicación y la experiencia de grandes y pequeños productores. Hoy que nuestra economía está buscando una salida próspera para pequeños emprendimientos PyMEs, el cultivo de olivos se plantea como una forma de inversión rentable y sin grandes problemas.

De la conjunción de suelo, clima y trabajo resultó la calidad de la aceituna argentina, con alto poder de competitividad en el mercado internacional. Sin embargo, la producción olivícola no se reduce a la aceituna de

 


mesa, ya que a ella se destina sólo un 37%; el 63% de producción restante está destinado a la elaboración de aceite de oliva.

La industria del aceite de oliva se impulsó fuertemente con las progresivas sequías de la Cuenca del Mediterráneo, con los cambios de hábitos de consumo y con la implementación del sistema de diferimiento impositivo tanto en lo referido a los cultivos como al proceso industrial (Ley 22.021). En diciembre de 1998, autoridades nacionales y provinciales lanzaron “Oliva XXI” en la ciudad de Mendoza, con el objetivo de promover la competitividad de las empresas elaboradoras de productos olivícolas y de alcanzar la calidad apropiada para acceder a nuevos mercados y posicionarnos en el contexto mundial. Hoy Argentina es el principal productor de América del Sur.


CERTIFICAR LA CALIDAD

Para la comercialización de productos alimenticios, los mercados internacionales consideran las normas de calidad como el punto de partida de toda negociación. Es por eso que entre las múltiples medidas que reglamentan el comercio mundial se encuentran las Buenas Prácticas Agrícolas, con particulares denominaciones según las regiones: FDA-USDA en Usa; BOF en Australia; EUREPGAP en Europa o BPA en nuestro país.


















   
 
 

Para descargar el Boletín número 50 completo, podrá hacerlo en formato PDF
desde el siguiente hipervínculo: BOLETIN 50