El cuadro pintado por el economista Andrea Boltho tampoco es tranquilizante: “En relación aumentará la demanda de comida sea por el aumento de la población mundial, sea por el probable rápido crecimiento del rédito en los mercados emergentes con efectos consiguientes sobre el consumo alimentario. Contemporáneamente sin embargo, la degradación de los suelos, el cambio climático y la producción de biocarburantes podría reducir la producción del 5-25%, así como la urbanización en probable aceleración, causando un fuerte aumento de los precios alimentarios y un posible aumento de su volatibilidad a causa de fenómenos climáticos y de mayor especulación financiera”.
¿Soluciones? La oferta, según el economista, podría aumentar gracias al progreso tecnológico que incentivará la productividad (las ONG como

 

 

posible respuesta, sobre todo gracias a la nueva frontera de aplicación de las biotecnologías en los campos agrícolas, que se basan en la selección de los marcadores “buenos” de cada individuo de la misma especie). Sería necesario sin embargo, abolir el “obsceno” proteccionismo agrícola en vigor en Europa y los Estados Unidos, una medida que aportaría alguna ventaja sobre todo en la economía africana. Aunque, se pregunta Boltho, ¿tiene sentido continuar consumiendo como lo hemos hecho hasta ahora? Más allá de un cambio en los estilos del consumo alimentario en dirección a una mayor sostenibilidad, cosa no imposible vistos los cambios de los últimos decenios, según Boltho “para obtener resultados significativos se deberá actuar con el arma fiscal, penalizando ciertos consumos en vez de otros”.

Fabrizio Gomarasca
Fuente: Indicod