Este nuevo término que viene sonando cada vez con más fuerza, nos remite a sustentabilidad económica, social, empresaria, energética y por qué no cultural, pero en cualquier caso siempre conjuga una misma idea: el equilibrio entre una acción y los recursos de los cuales esa acción debe valerse para llevarse a cabo. Empresas y organismos públicos y privados adoptan diferentes estrategias para definir un trabajo sustentable, GS1 también se suma con sus herramientas.

 

En junio de 1972 en Estocolmo, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, dejó plasmada la inquietud de que una crisis de tipo ambiental estaba afectando a todo el planeta. La convocatoria había reunido a 103 estados y a más de 400 organizaciones gubernamentales que muy pronto comenzaron a desarrollar programas tendientes a mejorar la explotación de los recursos naturales amenazados por los diferentes tipos de actividades existentes.


Algunos años después, en 1987, la Comisión de Medio Ambiente de la ONU dio a conocer el Informe Brundtland, en el cual se llamaba a la humanidad a reformular los usos y las prácticas sociales y comerciales para preservar el orden ecológico y proteger al planeta para todas las generaciones futuras. Y fue entonces cuando se comenzó a hablar de desarrollo sustentable y se definió a la sustentabilidad

 

 

 

 

de diferentes formas, por ejemplo, “equilibrio existente entre una especie y los recursos del entorno al cual pertenece”, o “reconocimiento de los límites y de las potencialidades de la naturaleza, así como de la complejidad ambiental, inspirando una nueva comprensión del mundo para enfrentar los desafíos de la humanidad en el tercer milenio”.

En 1992 en Río de Janeiro, la Cumbre de la Tierra integrada por 108 jefes de Estado volvió sobre el tema del desarrollo sustentable y sobre la necesidad de proteger bosques, aire, tierra y mares y consiguió concretar la aplicabilidad de lo que se había sintetizado en el Informe Brundtland. En la Cumbre de Río se hizo especial hincapié además, en la relación del cuidado del medio ambiente y las formas de producción y consumo, y se aprobaron diferentes documentos como la Convención sobre Biodiversidad, la Convención marco sobre el Cambio Climático y la Convención de lucha contra la Desertización.