¿Y en cuanto al valor del producto que maneja la empresa?
F. A. – A ver, si yo me dedico a fabricar lápices, evidentemente soportar el costo de una etiqueta RFID sobre cada lápiz es muy elevado y lo que me aporta es mínimo, pero si hago cajas de lápices y en cada una pongo, 50, 100, 200 lápices, poner una etiqueta a esa caja para controlar el lote, y controlar las expediciones, eso sí tal vez interesa. Sí hay que hacer un estudio previo antes de abordar un proyecto de RFID, hay que ver exactamente cuál es la necesidad del cliente, qué es lo que le puede aportar la tecnología.
D. M. E. – Yo, desde el punto de vista del cliente, lo que recomendaría a las empresas es que se dejen asesorar por profesionales porque si queremos asumir este costo hay que hacerlo bien.
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¿Ustedes habían observado alguna experiencia en particular?
D. M. E. – Sí, fue en una ponencia de Francisco Alegre con un cliente suyo en la Cámara de Comercio, donde se presentó el caso de un vivero que distribuye plantas a toda Europa, y fue muy interesante porque yo pensaba que el costo del tag era más elevado de lo que después realmente fue. Y también al ver las circunstancias hasta el límite de lo atmosférico: que puede llover, granizar, y que el chip aguantaba esas condiciones, yo dije: si lo pueden hacer los viveros porqué no voy a poder ponerlo yo en una caja de zapatos, y tal vez en un futuro en un zapato? 
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