Los frutos rojos están ganando un lugar preferencial en el mercado latinoamericano, y en particular los arándanos sobresalen después de haberse conocido sus propiedades altamente benefactoras para la salud. Por las características particulares de este tipo de frutos, la comercialización exige controles especiales para los cuales es indispensable una buena identificación.

 


 

El arándano es un fruto que cuenta con gran difusión y consumo en el hemisferio norte y que varios siglos atrás ha constituido una parte de la dieta de los pueblos del ártico. En Norteamérica, en Escocia y en Escandinavia por ejemplo, antiguamente se recolectaban las bayas silvestres conocidas con el nombre de Blueberries, y desde 1620 en que los ingleses las comieron para saciar su hambre en la zona de Massachusetts es considerado un fruto tradicional en la fiesta del Día de Acción de Gracias.

La planta de arándanos es un arbusto que según su variedad puede tener unos pocos centímetros o más de dos metros de altura. Sus hojas son simples, verdes, y caen en el invierno después de haber enrojecido durante el otoño. Las flores se agrupan en racimos, son de color blanco o rosado y en dos variedades que no tienen fines comestibles se utilizan con fines ornamentales dada su gran belleza. El fruto es una baya pequeña color azulado, de una serosidad particular parecida a la de la ciruela.



 

La producción

El arándano es un arbusto que pertenece al género Vaccinium Oxicoccus, dentro del cual se encuentran los subgéneros de las distintas variedades: arándano rojo común, arándano rojo pequeño, arándano rojo americano, también conocidas como northern highbush blueberry, southern highbush blueberry, y rabbiteye blueberry. Su cultivo requiere condiciones especiales de clima, suelo y riego, además de una alta inversión inicial. Al igual que otros frutales debe considerarse que recién al tercer año la planta se hace productiva aunque alcanza su plena madurez entre el séptimo y el octavo año.