La única forma posible de realizar una construcción y de lograr que no se derrumbe, es tomando las medidas exactas antes y durante el emprendimiento. Esto es válido para una obra de ingeniería, o de arquitectura, y también para la organización interna de cualquier empresa más allá de su magnitud.

 


El año 2008 se ha desencadenado en su segunda parte como un año difícil, no sólo a nivel nacional sino también a nivel mundial. Las economías y finanzas de casi todos los países del mundo tiemblan permanentemente y la recesión amenaza con debilitar las empresas y disminuir los índices de consumo. Cada uno de nosotros analiza su situación y evalúa la forma más conveniente para no caer.

¿Cómo sostenerse en medio de tanta incertidumbre? ¿Cómo saber cuánto vamos a poder hacer a futuro y cuánto no? La respuesta es una sola: TENEMOS QUE TOMAR MEDIDAS. Y tomar medidas incluye dos significados: evaluar tanto nuestras capacidades como nuestras posibilidades, y considerar hasta dónde podremos avanzar y dónde nos deberemos detener.

Medir es entonces la palabra clave.

 

MEDIR NUESTRAS DEBILIDADES

Todos sabemos que en todos los órdenes de nuestras actividades siempre tenemos debilidades y fortalezas. Y también sabemos que quedarnos amparados en las fortalezas sin analizar nuestras debilidades puede ser un arma de doble filo.

Medir las debilidades dentro de una empresa significa evaluar cuáles son los sectores, los procesos, o los comportamientos en los que se presentan las mayores dificultades, en los que tenemos menores rendimientos, o en los que tenemos mayores pérdidas. Es también asumir que hay cosas para mejorar, para cambiar y para superar.

Conocer los puntos flojos es un valor fundamental cuando necesitamos asegurar el funcionamiento de una actividad, porque sólo así podremos aplicar las medidas correctivas correspondientes y no trastabillar ante una

 


 
 


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