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Más allá de todas las legislaciones vigentes y de la intención de las autoridades para que el uso de los medicamentos sea racional y controlado, siempre hay “grietas” por donde se filtran abusos que comprometen la salud de los usuarios. Según declaraciones de Ana Cristina López, integrante de |
de GAPURMED (Grupo Argentino por el uso racional de los medicamentos) y docente de la Universidad Nacional de Córdoba, hay un interés comercial que supera al sanitario por parte de la industria farmacéutica, que lleva a la difusión de publicidades que hacen hincapié en los beneficios de algunos fármacos de venta libre, sin resaltar los riesgos de su consumo. Ana C. López resalta además, que los medicamentos no son bienes de consumo, que no es suficiente la frase “ante cualquier duda consulte a su médico” porque quizás el usuario no tiene dudas y desconoce la necesidad de una acertada prescripción, y que la automedicación puede desencadenar problemas graves y costos sociales y sanitarios irreversibles. La publicidad de refuerzos energéticos, de productos para reducir el peso, de ansiolíticos, etc., ha ido invadiendo los medios desde hace muchos años y ha presentado a los medicamentos en el mismo nivel de comercialización que las golosinas, los cosméticos o los productos para el hogar. Por su parte los consumidores, envueltos en un halo de desconocimiento y de irresponsabilidad, no dudan en comprar fármacos que creen adecuados para sus necesidades y los adquieren en diferentes medios sin consultar ni siquiera con un farmacéutico matriculado. Al riesgo de la venta de medicamentos en comercios denominados “fuera de canal”, se ha sumado hace unos años la comercialización vía Internet. Por diferentes razones mucha gente se está volcando a esta forma de automedicación sin tener en cuenta que el peligro radica también en el tráfico ilegal de drogas y en la circulación de medicamentos falsos. Investigaciones
realizadas recientemente han detectado 68 farmacias online de los
Estados Unidos, Canadá, India, Turquía y la Argentina,
que comercializan fármacos sin advertencias ni instrucciones,
y han clasificado a los analgésicos, los antidepresivos y las
píldoras contra la impotencia entre los más vendidos.
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