A la hora de optar por un sistema de tecnología muchas son las ofertas del mercado y muchos los fundamentos de los vendedores que defienden su producto por sobre los de la competencia. Sin embargo, y aún reconociendo que existen propuestas verdaderamente tentadoras y que pueden facilitar los procesos, no dudamos en afirmar que los estándares se han convertido en una herramienta que internacionalmente no tiene discusión.

 

 

Si partimos del término estándar vamos a encontrarnos con que el diccionario lo define como tipo, modelo, patrón; pero si nos atenemos a su uso generalizado sobre todo a nivel tecnológico, podremos asociarlo a la idea de algo reconocible e interpretado por una amplia mayoría de usuarios y con cierto carácter de automatización. Un sistema estándar de maquinarias, de cadena operativa, de trabajo, nos remite a un sistema que no presenta grandes dificultades de implementación ni de entrenamiento para su desarrollo y manejo. Un sistema estándar equivale a un formato concebido como simple, práctico y

 

 

 

económico.


La automatización de los procesos laborales no es algo nuevo, es una modalidad adoptada hace muchos años por todos los sectores productivos y por todas las actividades que de una manera u otra se basan en una rutina periódica. Pero para que la automatización pueda ponerse en marcha es necesario contar con determinadas herramientas que permitan adquirir un ritmo y un flujo encadenado de secuencias, capaces de imprimir velocidad, precisión y eficiencia a las tareas.

 
 

 

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