A la hora de implementar nuevas tecnologías en la empresa, tanto los procedimientos de trabajo como las costumbres laborales se ven modificadas. Si no se plantea una estrategia de comunicación interna que acompañe este cambio en la forma de trabajar, el personal lo percibirá como un ataque o amenaza y la aplicación de la nueva herramienta, en vez de generar beneficios, producirá dolores de cabeza a la gerencia.

 




 

 

 

 

 

La comunicación interna de una empresa es un proceso interactivo que comienza en cada individuo a partir de la idea que tiene sobre la organización, y termina en las carteleras, en la Intranet, en el boletín interno u otras comunicaciones formales. Por lo tanto, para el empleado, el puesto de trabajo y la tarea, la forma de llevarla a cabo, las herramientas de trabajo, los tiempos, los compañeros, el know how y hasta el producto terminado, forman parte de la concepción que tiene de la empresa donde trabaja. Cuando el personal tiene una concepción concreta de la organización tiene confianza y seguridad, porque la seguridad está dada por lo conocido, y sólo si conocemos la empresa podemos tener una idea sobre ella. Con respecto a esto, la fuerza de lo cotidiano, que es a nivel laboral donde más se hace notar, termina siendo contraproducente a la hora de implementar nuevas tecnologías en la organización. ¿Por qué? Porque en la cotidianeidad se origina la costumbre, y en la costumbre está la seguridad de lo conocido. Entonces, la seguridad está muy presente en la rutina, en lo cotidiano.

Demás está decir que cuando se implementan nuevas tecnologías en la empresa, la rutina se ve cuestionada, la forma de hacer las cosas ya no es la misma, y la configuración mental que tenía el personal sobre la compañía se comienza a transformar. Lo nuevo no es bienvenido a nivel emocional en las organizaciones, lo nuevo irrumpe con lo conocido y genera miedo e incertidumbre. A esto se suma el mito: “cuanta más

 

tecnología, menos trabajo humano”; por lo tanto, los temores no sólo tienen que ver con no saber hacer o no conocer, sino con la pérdida total del puesto de trabajo. Cuando años atrás la mayoría de las bebidas venían en envases de vidrio retornables, se debían llevar al supermercado para que el recepcionista de envases emitiera un ticket a fin de obtener un descuento sobre las bebidas compradas. Esta tarea la realizaba una persona que solía estar muy ocupada en épocas de gran rotación de gente. Cuando se comenzaron a instalar detectores automáticos de envases en los supermercados, la persona encargada de esta función dejó de tener ese puesto, pero pasó a ocuparse de otras tareas dentro de la empresa. Si bien la introducción de tecnología transforma los métodos de trabajo, no genera desocupación sino nuevas formas de trabajar.

Por lo tanto, para prevenir o reducir el rechazo a las nuevas tecnologías, es fundamental realizar una estrategia de comunicación interna que comprometa los distintos sectores de la empresa, desde recursos humanos hasta la gerencia general. En caso de no contar con un profesional o especialista en comunicación interna, es importante analizar la contratación de alguno para que lleve adelante este proceso de cambio cultural que puede generar grandes pérdidas si no se lo trata adecuadamente.

La estrategia de comunicación debe ponerse en marcha antes de implementar la nueva tecnología; no plantearlo de esta manera puede resultar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

   
 
 

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