La sal, ese ingrediente que realza el sabor de las comidas, que se emplea en la industria para distintos procesos, y que tuvo en algún momento de la historia el valor de una moneda para efectuar pagos, fue conocida en todo el planeta y utilizada aún en las sociedades más primitivas. Hoy su comercio sigue moviendo los mercados internacionales, su consumo sigue dándose en la alimentación y en la industria química, y su producción responde a tecnologías siempre renovadas que incluyen calidad y seguridad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


La sal, como elemento de la naturaleza conocido y utilizado por el hombre, puede considerarse de una antigüedad tal que ya su mención aparece en los textos bíblicos del Antiguo Testamento. De ahí en más la importancia de su consumo ha ido tomando distintos caminos y aplicaciones.

Primitivamente, la sal no se buscaba sólo para condimentar alimentos sino también para conservarlos. Que esto es así puede afirmarse a partir de que los asentamientos humanos más remotos en el continente europeo fueron encontrados cerca de las salinas del Mediterráneo, y con ellos los utensilios que se utilizaban y que todavía conservaban en el momento de su hallazgo, algunos restos de sal. En la época de expansión del Imperio Romano, la sal cobró un valor nuevo ya que se entregaba diariamente a los soldados en una cantidad determinada que se denominó salario y que representaba el pago de sus servicios y un elemento indispensable para conservar alimentos en los largos períodos de campañas militares.

La importancia de la sal fue cobrando un nivel tal en la vida de las sociedades, que ya entrada la Edad Media y con el desarrollo de las monarquías se impuso un tributo conocido como impuesto de la sal que afectaba a todos los ciudadanos, incluidos los niños. Este tributo se constituyó durante varios siglos en uno de los principales ingresos fiscales

 

  


que ayudaron a cubrir los gastos de las campañas militares, de las cruzadas religiosas y del mantenimiento de los reinados. El impuesto de la sal fue abolido recién en el s/XIX, momento en el que la explotación y venta de la sal se liberalizó en toda Europa.

EN AMERICA

Se dice que en México a diferencia de Europa, la sal no se utilizaba para la conservación. La sal era un tributo cobrado tanto por los mayas como por los aztecas y su utilización doméstica se reducía a darle un sabor diferente a los alimentos. Después de la conquista, cuando las culturas intercambiaron y fusionaron sus costumbres y sus conocimientos, la utilización de la sal se incorporó a los procesos industriales alcanzando un nuevo valor comercial.

En nuestro país, una de las salinas más grandes es la conocida como Salinas Grandes de Hidalgo, en el sur de La Pampa, dominada antes de la llegada de los españoles por las poblaciones indígenas de la zona. Hoy, las Salinas Grandes son el recurso económico más importante de la región pampeana, de donde se extrae la sal que luego se procesa y se comercializa para el consumo humano dentro de la industria alimenticia, o para el uso de otras industrias dentro y fuera del país.

   
 
 

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