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emergentes.
Se ha subrayado además, la actualidad que reviste la pequeña
y mediana empresa como categoría de proveedora estratégica,
con sus puntos de fuerza en la flexibilidad productiva y de servicio,
en la capacidad de adaptarse a las distintas condiciones del mercado,
y también en la garantía de elevada calidad de sus productos
y en la atención del control del proceso productivo.
El análisis de categoría, indispensable para individualizar la estrategia preferencial, permite entender si el propio portfolio de productos tiene una orientación hacia las estrategias de nicho, o de innovación o de marcas propias. Indicadores (como el nivel de la categoría, el rol que tienen las diversas categorías para el comercio o los niveles de concentración en el mercado, o la importancia de la “marca” para los consumidores) permiten individualizar las alternativas preferenciales. Para
“mirar hacia adentro”, para entender en qué medida se ha “armado”
para seguir las estrategias preferenciales, se deben enfocar tres
puntos de análisis: indicadores de gestión del negocio
(ventajas de costo, eficiencia productiva, modalidad y características
del poder de venta); capacidad de empresa (comprender las tendencias
del mercado, la propensión a la innovación, la flexibilidad
productiva y de servicio); y la oportunidad existente para el desarrollo
(grado de propensión/aversión al riesgo, oportunidad
de inversión, calidad y gestión de los recursos humanos).
Los perfiles estándares individualizados serán evaluados
en tanto sean coherentes respecto a las estrategias vencedoras de
las categorías en portfolio, de acuerdo a su propia estrategia
y a la operatividad de la empresa. Andrea
Petronio
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49