Estándares "no comestibles":

El sector muebles


La incorporación de múltiples rubros en los puestos de venta de productos comestibles, y la incorporación de puntos de venta no tradicionales para determinados rubros, cambiaron radicalmente la interacción entre la industria y el minorista, y entre el minorista y el consumidor. La herramienta que acompañó este cambio y que facilitó y agilizó su evolución fue sin lugar a dudas el código de barras.



En las cadenas de venta minorista tales como supermercados e hipermercados, las góndolas se han ido colmando con el correr del tiempo, de artículos de los sectores más variados sumando altos porcentajes en los montos de ventas. La oferta de bienes no comestibles en lugares no convencionales, ha generado un cambio en la modalidad de compras por parte del consumidor y una relación comercial diferente entre minoristas y productores.

Ante esta nueva realidad muchos sectores productivos debieron conciliar sus sistemas de presentación de artículos y sus operaciones logísticas con los centros de distribución y las cadenas minoristas, para poder acceder eficientemente a las góndolas y cumplir con la demanda del consumidor.

El punto clave a partir del cual pudo desarrollarse la nueva gestión, fue sin lugar a dudas la utilización de estándares, y básicamente la implementación del código de barras.


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EL SECTOR MUEBLES

Entre los sectores no comestibles que se han impuesto en la venta en cadenas de supermercados e hipermercados, cabe destacarse el sector muebles, en sus diferentes variantes: muebles para la decoración y el hogar, muebles funcionales para tareas de escritorio, muebles e instalaciones para baños y cocinas, aberturas y cerramientos, etc.

Para que las piezas del sector muebles pudieran alcanzar las nuevas formas de comercialización, las empresas productoras debieron pensar con sus diseñadores y arquitectos, en líneas aptas para diferentes estilos, en sistemas modulados que permitieran jugar con medidas estándares y adaptables a múltiples necesidades, y en la automatización de los cortes de las piezas y los encastres para lograr la exactitud de las medidas y la facilidad del armado. Así, la venta de muebles estándares reemplazó gran parte de la producción “a medida”, ganando posiciones con la posibilidad del armado y desarmado sin consecuencias de roturas y con la ventaja de tener a la vista el producto terminado y no sufrir las esperas de los tiempos de fabricación.

 

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