La identificación de los productos según sus envases La industria del envase y del embalaje, a partir de innumerables exigencias de nivel mundial, se ha orientado hacia la mejora de la calidad de los productos que fabrica, con el objeto de convertirlos en algo más que un mero elemento de transporte. El envase, como valor agregado de un producto debe ayudar a crear y mantener el prestigio de una marca. Pero ¿qué pasa a la hora de codificar? El envase para un producto es una forma de vestido que exige para su elección una estrategia que tenga en cuenta la preservación del contenido, la imagen y presentación, y la facilidad de manipulación que se requiere luego para su uso. En un punto de ventas, la atracción del envase se define a partir de los siguientes puntos: • Función
del producto Es que, en un mercado globalizado, en el cual están compitiendo productos de características similares, se hace imprescindible para una empresa distinguir su marca, su identidad; y el modo de comercialización de hoy con la exposición de los productos en la góndola de un local de autoservicio, que ya no cuenta con el vendedor que informa o promueve la venta, llevó a suplantar esta función con la diferenciación del envase que se publicita por sí mismo frente a la competencia y determina la elección del comprador. La utilización del envase para la conservación y el transporte de productos es tan antigua como la civilización misma. El hombre desde siempre necesitó preservar los alimentos del medio ambiente, del paso del tiempo y también necesitó movilizarlos con facilidad. Esto fue generando a través de los años el nacimiento de una industria que se manejó primero con materiales rígidos, como el vidrio o el metal, pero que desde la producción del celofán y la utilización de envases flexibles cambió el rumbo de la presentación de los artículos para la venta. Hoy la gran variedad de materiales con propiedades aptas para todo tipo de uso y necesidad, permite diseñar y elaborar un envase “a la medida” de cada requerimiento, incluido aquel más reciente, que es el del cuidado del medio ambiente, el de la utilización de materiales reciclables.
Hasta ese momento el envase ofició el rol de presentador, de publicista, de vendedor, pero del changuito en adelante, es decir, de allí a la línea de cajas, ese mismo envase deberá cumplir otra función: la de un comunicador eficiente de datos. Pero ¿cómo hace esto? Todo envase, ya sea en una impresión directa o en algún tipo de etiquetado, tiene almacenada una importante cantidad de información acerca de las características del producto que contiene, de su procedencia, de su fecha de elaboración, de su vencimiento, etc., información requerida por el consumidor. Y tiene de igual forma la simbología del código de barras con otro tipo de información requerida en este caso por el minorista. La identificación de los productos con el Código de Barras permite los procesos de automatización y permite en la línea de cajas registrar su precio y su baja del stock. La función de “seducir” al cliente, el envase la cumple, como ya dijimos, con su diseño y su color, pero la función de comunicar datos en la cadena de abastecimiento la cumple a través de la lectura del Código de Barras. Para que esta función de comunicación se lleve a cabo de manera rápida y sin tropiezos, del mismo modo que el envase debe respetar una serie de normas para contener productos en forma práctica y segura, el código deberá respetar reglas vinculadas con cada presentación que lo porte.
•
El símbolo del código de barras debe estar ubicado en
un espacio adecuado del envase, y ningún otro gráfico
deberá invadir su espacio.
La
primera recomendación que hay que tener en cuenta cuando se identifica
un producto, es que según sea el formato del envase, existen
dos posibilidades de orientación del símbolo de código
de barras: En segundo lugar, hay que tener en cuenta que todo envase presenta la marca y los demás datos informativos del producto en la parte frontal, aquella que cumple también el rol publicitario y comercial. En consecuencia la ubicación preferida para la simbología del código de barras es el lado opuesto y esto para la mayoría de los casos. Cabe considerar también que como dijimos al comienzo de esta nota, hay innumerable cantidad de envases o presentaciones de productos, diseñadas y adaptadas “a la medida” de cada requerimiento, y en cada uno la ubicación del símbolo del código de barras exige una atención especial. A continuación hacemos un breve repaso de los casos más comunes: • Bolsas: Como los contenidos sueltos provocan un abultamiento en los bordes y los símbolos colocados en el cuadrante inferior derecho (como se recomienda) pueden no quedar lo suficientemente planos y no permitir una lectura óptima, se considera como ubicación ideal para el símbolo del código de barras, el centro de la parte posterior, lo más alejado posible de la base. • Envases blister: Estos tipos de presentación se caracterizan por tener una cartulina plana con una burbuja plástica donde se encuentra el producto. El formato se adecua al producto que contiene por lo cual la impresión del código deberá hacerse en la parte de atrás en el cuadrante inferior derecho. • Botellas y frascos: Estos envases llevan por lo general etiquetas spot (son aquellas etiquetas que no pueden despegarse sin destruir el código) aplicadas en determinadas zonas del envase. En ningún caso deben aplicarse sobre el cuello de la botella. • Artículos grandes, pesados y voluminosos: Los artículos de estas características son difíciles de manejar; por ello se recomienda que en el caso por ejemplo de las bolsas, se incorporen dos símbolos de código en cuadrantes opuestos. Otras veces suele utilizarse una etiqueta especial o doble, que tiene dos partes: una adherida al envase y otra exactamente igual que puede ser desprendida para su lectura por una línea troquelada. • Artículos vendidos en forma múltiple: Son aquellos unidos para la venta en un envoltorio común, de tipo transparente que muchas veces se encuentra impreso. En este caso se deben ocultar los símbolos de las unidades individuales; pero habrá que tener en cuenta también, que según el tipo de material del envoltorio se puede producir por efecto de la difracción del haz de luz del escáner, una reducción del contraste para su correcta lectura. • Artículos sin envoltorio: Finalmente nos referimos a aquellos artículos como por ejemplo los de bazar, que al no presentar un envase que los contenga y teniendo muy variados formatos, deberán llevar una etiqueta spot ubicada en una superficie plana y de fácil aproximación al escáner, ya sea adherida directamente al producto o a algún dispositivo especial.
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