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El pan dulce nace en Italia en el siglo XV y según cuenta la leyenda fue en Nochebuena en la corte de Ludovico el Moro, señor de Milán. Para salvar el postre que se había quemado en un banquete, un ayudante de cocina amasó un pan dulce con frutas secas y manteca. Ludovico, tras el éxito que alcanzó entre sus invitados lo llamó “Pane de Toni” en honor a su creador. En Argentina el pan dulce entró con la llegada de los inmigrantes italianos y su difusión desarrolló una industria propia que hoy no puede negarse
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