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  Octubre 2018 . Edición 122
Contenidos de esta edición:
  El día 1 en el camino hacia la seguridad del paciente
22° Estudio de Faltantes de Mercadería en Góndola
Jornada ASU GS1 2018
  Mejora la experiencia del comprador móvil con el GS1 Digital Link
Estrategia GS1 Healthcare 2018-2022
Trazabilidad de prendas brasileñas hechas en China
Breves
 
 
Nota de tapa
 

El día 1 en el camino hacia la seguridad del paciente

 
 
  GS1 desde GS1 Healthcare trabaja mirando al futuro con soluciones que permitan mejorar los procesos clínicos, la interoperabilidad y la eficiencia del cuidado de la salud. GS1 Argentina se suma a este objetivo trabajando por la seguridad del paciente a nivel nacional.

 

Magister Patricia D´Aste
 
     

La concreción de acuerdos con organizaciones gubernamentales del área de la salud, ha significado para GS1 Argentina un compromiso que continúa a través del tiempo hacia nuevos objetivos, hacia nuevos desafíos. Desde esta vía, la de la difusión y la información, hoy compartimos una charla con la Presidente de SADAM (Asociación Argentina de Auditoría y Gestión Sanitaria), Magister Patricia D’Aste, quien nos habla de la importancia de la seguridad del paciente y define algunos conceptos de fundamental importancia en este camino que debemos emprender.

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¿Qué importancia tiene la “seguridad del paciente” y quién es responsable de esa seguridad?
Magister Patricia D’Aste: La seguridad del paciente es el capítulo o la deuda más importante que tiene el sistema de salud con la población, y es una deuda porque siguen sin ser tomadas en cuenta las consecuencias terribles que dejan los eventos adversos que golpean tanto a la población como a las instituciones y a los equipos de salud. Si consideramos como evento adverso a la muerte o discapacidad transitoria o permanente de un paciente por haber estado en contacto con el equipo de salud y no por la patología por la cual solicitó ser atendido, vemos con mayor claridad las implicancias y alcances del problema. En las estadísticas e informes de países que miden errores, los temas más preocupantes son los errores de medicación, las infecciones hospitalarias y la demora en los diagnósticos. Desde hace varios años, aunque no todavía con grandes avances, en Argentina se viene trabajando desde las áreas de formación, desde las instituciones privadas, las sociedades científicas y las industrias del desarrollo de conocimientos, protocolos, aplicativos y herramientas para ayudar a controlar y a detectar tempranamente los riesgos de errores. Trabajar en seguridad del paciente es evitar el evento adverso más allá del uso de tecnologías, es poner especial énfasis en el paciente como centro del sistema de salud y en los miembros del equipo de salud, es la toma de conciencia, el compromiso y la cultura de la prevención del error en todos los niveles de responsabilidad. La realidad es que el responsable final es la política pública de salud que no incluye este tema en su agenda.
   
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¿Qué normas tenemos en el país para defender la seguridad o el derecho a seguridad del paciente?
M. P. D’A.: Al no ser la seguridad del paciente un tema de agenda pública de salud, a veces nos tenemos que remitir a lo que han hecho otros países para hacer observaciones, y nos damos cuenta de que hay países que han tomado decididamente el camino de hacerle un seguimiento a la herramienta básica que tienen en hospitales, sanatorios o centros de salud: la historia clínica, lo que les permite hacer estudios retrospectivos, es decir, hacer una lectura de profundidad y observar aquellas cosas que podrían haberse apartado de un protocolo denotando que algo en el medio pasó con el paciente y no se escribió. Algunos sanatorios en forma privada en nuestro país tienen sistemas de denuncias internas de errores, y a partir de esto con un estudio metodológico se puede saber qué fue lo que permitió que el error suceda, con el objetivo no de sancionar o castigar a nadie sino de resolver las debilidades de sus procesos de atención, de los procesos de apoyo, la seguridad edilicia o los sistemas de registro. Es necesario hacer un reconocimiento de lo que está mal, fortalecer el proceso que falló, y a partir de ahí favorecer que la seguridad sea muy buena no sólo en el turno en que sucedió el error sino en todos los turnos de trabajo.
   
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¿Qué aportes hay desde la tecnología?
M. P. D’A.: La tecnología ha hecho grandes aportes y se podría decir que representa un 40% de todo el proyecto de seguridad del paciente, por ejemplo la trazabilidad al pie de la cama, la trazabilidad de medicamentos, de bolsas de sangre y prótesis, la identificación de medicamentos vencidos, los controles de stock, pero también, la tecnología informática de los sistemas de historia clínica y los sistemas de gestión que mediante indicadores permiten detectar pequeños desvíos y actuar antes de que suceda un “accidente”. La gestión por indicadores y la mejora de los procesos gracias a la detección temprana está siendo adoptada lentamente en Argentina, quizás un poco tardíamente con relación a otros países de la región que ya hace más de 15 años la han adoptado con visibles resultados positivos tanto a nivel público como privado. Brasil, Colombia, Ecuador, Chile o Uruguay tienen ejemplos de instituciones de salud de ambos sub sectores que trabajan con sistemas de control y monitoreo permanente para prevenir el error. Desde el Hospital Albert Einstein de San Pablo al San José de Santiago, pasando por el Santa Fe de Bogotá o las Santas Casas de Porto Alegre, o la Asociación Española de Montevideo, todos hacen grandes esfuerzos por superarse cada día en los distintos aspectos de la seguridad del paciente utilizando la tecnología informática. El Ministerio de Salud Pública de Uruguay viene haciendo un gran esfuerzo de control  respecto tanto de la calidad como de la seguridad, tanto de los prestadores públicos como de los privados, además de utilizar su poder de rectoría en la fijación de condiciones que hagan que las historias clínicas informatizadas sean interoperables entre proveedores de distintas marcas y diseños.
   
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¿Quién es el que tiene que controlar y exigir el cumplimento de las normas?
M. P. D’A.: En primer lugar el Ministerio de Salud de la Nación, luego los Ministerios de Salud provinciales, la Superintendencia de Servicios de Salud, pero también los grandes financiadores como PAMI o IOMA, cuya influencia es innegable en la fijación de controles e incentivos a la calidad. Por su parte los usuarios deben estar más atentos y mejor formados para exigir calidad de atención y prácticas seguras; por esta razón los países que más han avanzado en este campo lo han hecho también involucrando a los pacientes, sus familiares y a la población en general en el autocuidado y la educación para la salud. Sueño con que algún día quienes deseen adherir a una cobertura de salud o elegir una institución puedan consultar antes en una página oficial las tasas e indicadores de seguridad del paciente o calidad, y porque esta sea una meta de la agenda de salud pública.
   
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Ante determinadas respuestas u opiniones que se escuchan ¿se puede hablar de “gasto” cuando se habla de salud?
M. P. D’A.: A diferencia de lo que miramos desde la economía cuando se discute entre inversión o gasto,  en salud yo diría que es gasto todo aquello donde “invertimos” un dinero pero no sabemos adónde va, o el cumplimiento de las metas que no está garantizado, ni controlado, ni es exigible, y cuya verificación es sólo a los efectos de que las partidas del presupuesto cierren adecuadamente. Pero si les preguntamos sobre inversiones en salud a los usuarios del sistema, ellos dicen que hay un gasto donde no los atienden, donde tienen que esperar por horas, donde no hay insumos, donde no hay personal ni reactivos ni medicamentos. Es decir, la percepción sobre si es gasto o no está ligada al servicio o la utilidad que se da a la comunidad más que a su imputación en el presupuesto.
   
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¿La seguridad del paciente debe considerarse una política institucional, estatal, o cultural individual que conduce a querer ser mejor cada día?
M. P. D’A.: La seguridad del paciente, la calidad, o la mejor experiencia del paciente son metas de las instituciones que están realmente comprometidas con la mejora continua y que al alcanzar sus objetivos siguen tratando de superarse. Las instituciones que trabajan así como la Clínica Mayo, el IEO, el IOR, el InCor, el Hospital de Pediatría de Boston y tantas otras, sienten que su condición de liderazgo para un mercado global al cual ellos ofrecen sus servicios de altísima complejidad, las auto-obliga a estar en la vanguardia del bien hacer. Y estar un paso adelante es salirse de las normas o más bien es crear las normas y estándares que luego otros adoptarán o incluso que las políticas públicas tomarán como temas de agenda. Recuerdo la visión de la Clínica Mayo, que es un buen ejemplo de esto: “La Clinica Mayo proveerá a cada paciente cada día, los mejores cuidados a través de la integración entre la práctica clínica, la docencia y la investigación”. A esas fronteras se llega investigando, probando ideas, y desarrollando competencias que hagan que tanto los tomadores de decisiones como los supervisores sean flexibles y adaptables al cambio y con una fuerte conciencia por el otro. Sin embargo, ese futuro deseable en materia de seguridad del paciente requiere de un compromiso auténtico de todos los miembros del equipo de salud. Los sistemas de salud globales están lejos de estos escenarios deseables, mientras que por ejemplo, otras ramas de actividad como la aeronáutica, desde 1987 están impulsando medidas globales, involucrando a todas las compañías aéreas y a todos los entes reguladores mundiales, para salir del control del error mediante el estudio de las cajas negras de los aviones hacia medidas activas de vigilancia y prevención de accidentes. Para esto hay acuerdos, alianzas, normas, simuladores, indicadores, protocolos, sistemas de control, para identificar tempranamente los desvíos que se hayan producido en la seguridad aeronáutica. Hoy, después de 30 años, la tasa de siniestros de vuelos de pasajeros es 1 sobre 3.700.000 vuelos. Estos estupendos resultados se lograron después de 30 años de sostenido compromiso de todos los actores, lo que significa haberse creado una nueva cultura de seguridad. En el horizonte de los sistemas de salud no podremos vislumbrar niveles de seguridad más altos sin un cambio de cultura y compromisos concretos y sostenidos de todos los integrantes del sector: autoridades, cámaras empresarias, universidades, sociedades científicas, financiadores y efectores, además de apelar a la inter-disciplina y a los logros de metas compartidas que fortalezcan el deseo de continuar atravesando límites de excelencia, aumentar el sano orgullo y generar un espíritu positivo que contagie. En la UCI del Hospital de Pediatría de Boston donde estuve, recuerdo haber visto expuestos en una pared los premios nacionales a la enfermería y a los médicos, y a ellos un folio con una hoja dentro que decía “197 días sin infecciones asociadas a catéter venoso”. Esa hoja era un orgullo para el equipo de salud, era una meta que necesitaban batir al día siguiente para alcanzar 198, y 199, y 200 días. Cuando cae un avión se nota, pero cuando un error se comete con un paciente no se sabe o no se dice. La aeronáutica arrancó con la caja negra de control para después de ocurrido un siniestro, pero hoy los controles se repiten una y otra vez desde antes del despegue del avión para evitar el error. Nosotros en salud, algún día tendremos que tener el día 1 de un camino común y deseado hacia la seguridad del paciente.
   
 
 
 
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